Mariano Horno Liria en su etapa Política, por Sebastián Contín Pellicer

Publicado en por Mariano Horno Liria

          El cargo de Alcalde de Zaragoza desde el 15 de abril de 1970, a febrero de 1976, etapa que tuvo su culminación con la concesión por unanimidad de la Medalla de Oro de la Ciudad el 16-III-76. Antes de ello, como es natural, había sido elegido concejal por el tercio corporativo el 2-II-64 y Teniente de Alcalde el 3-II-64, hasta ostentar la primera tenenciade alcaldía el 6-II-67, en tiempos del inolvidable alcalde que fue D. Cesário Alierta.

 

           La alcaldía o tenencias de alcaldía llevaban inherentes cargos y representaciones (nunca pingües sueldos en aquellos tiempos), como ser Procurador en Cortes por la Administración Local en la noventa y décima legislatura, Consejero Provincial del Movimiento el 25-IV-71, cargos en el Consejo Social de la Universidad, Feria de Muestras, Consejero Provincial de Educación, Merca Zaragoza, Patronato Municipal de la Vivienda, Bibliotecas Públicas, Patronato de Archivos, Bibliotecas y Museos, Consejero Provincial de Urbanismo, Confederación Hidrográfica del Ebro, Tribunal Tutelar de Menores, varias Comisiones Delegadas, Presidente, miembro o delegado de varias delegaciones municipales, IFC.

 

            Hijo de Alcalde él, y con vocación y gusto por el cargo, en lo que tenía de honor y tenía de trabajo, tuvo grandes aciertos en áreas difíciles y en coyunturas en las que Zaragoza dio un auténtico salto hacia el futuro. Ya en su toma de posesión proclamó su satisfacción por el cargo diciendo “pues he nacido aquí y soy un poco de la historia viva de Zaragoza” (no todos los Alcaldes zaragozanos han sido Aragoneses o de Zaragoza).

 

           Siguió ejerciendo con ejemplaridad su profesión médica, a la que estaba obligado porque los emolumentos de alcalde y de toda la retahíla de cargos que antes es esbozado no daban para vivir dignamente una familia tan numerosa como la suya. Aunque Dios ayuda y, en este caso, además de Santiago, lo hizo una mujer excepcional, Elvira Octavio, la madre de sus hijos y esposa hasta el final con responsabilidad y cariño, especialmente en los últimos años, en que más lo necesitó.

 

           Fue un alcalde popular, sin falsos besuqueos por las calles, como algunos de sus sucesores, como señalará en otro artículo que se publicará, el Profesor Solsona.

 

           Algunos errores, como señala el antes citado, que siempre es hipercrítico constructivo, pero con dedicación y honestidad totales.

 

           Nos contará el Dr. Galindo, en una ponencia expuesta para no ser publicada, en La Cadiera, en la sesión del 27-IX-99, las peripecias de tres diputados en 1974 (él mismo, Gómez de las Roces y M. Horno) respecto al proyecto trasvase de aguas del Ebro al Pirineo Occidental y Julián Muro termina la ponencia hablando de su entrevista, con el Presidente del Gobierno Arias Navarro. Ellos serán los que puedan dar razón de aquellos avatares en estos momentos, también tan acuáticos.

 

           Una buena persona, un buen alcalde, un buen médico, un buen padre y esposo. No sé si escribió muchos libros, pero, permítanme la ironía, los discursos fueron millares. Creo que el bagaje es amplio. Su familia puede sentirse satisfecha y presumir de un hombre así, al que ya es momento de dar su nombre a una vía ciudadana.

 

           Intervención de Sebastián Contín Pellicer en la Cadiera de Zaragoza el día 24 de marzo del 2008

 

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